“La extorsión dejó una huella imborrable en mi vida”: José Zelaya
San Pedro Sula, Honduras
Él transportador José Ángel Zelaya Es una de las víctimas que ha lamentado el flagelo de la extorsión. La pandilla 18 mató a su esposa Marleny Ferrera por no pagar a tiempo los 40.000 lempiras que le cobraba mensualmente en extorsión por los 40 taxis que tenía.
Fue acribillada con 19 balazos junto con su contador. Emerita Andara quien recibió once disparos. El crimen fue en Colonia planetaria el 3 de enero de 2003 a las 19.45 en el mini supermercado que Marleny tenía en ese barrio.
“Cuando llegué a la escena del crimen miré los cuerpos uno encima del otro. Para mí fue un momento horroroso, impactante, no lo podía creer, mataron a unas mujeres indefensas que estaban solas en el negocio”, dijo Zelaya.
“Los mataron porque no pagué impuesto de guerra. Tenía que pagarlo el día anterior, el lunes a las 19:00 horas, y ya había pasado el martes y no lo había pagado porque me había ido de la ciudad”, afirmó.
“Nunca dejé de pagarles (a los pandilla) porque para mí era una prioridad y solo por llegar unas horas tarde mataron a mi esposa y a nuestro contador”, dijo José Ángel Zelaya. «El extorsión Me dejó una huella imborrable. Estos 20 años siempre han transcurrido con dolor interno y con el pensamiento puesto en el suceso porque marcó no sólo mi vida, sino también la vida de mis hijos”, expresó el transportador con su rostro triste.
Cambio radical
“Mi vida sin Marleny cambió y es una depresión horrible. Mis hijos lloran en silencio, no es fácil”, lamentó Zelaya al tiempo que llamó a las autoridades a poner sus esfuerzos contra este flagelo que está acabando con la economía del país.
“Ha sido una vida difícil sin mi esposa y hasta el día de hoy estoy pagando cuatro extorsiones y tenemos que pagarles porque sino matan gente y tenemos que pagar a diferentes estructuras criminales. “Sigo en la industria del transporte y bajo ese régimen que nos está abrumando”, dijo el transportador.
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Zelaya señaló que el Gobierno central no ha podido poner freno a la delincuencia, “seguimos sumergidos porque tenemos que pagar cuatro millones de dólares diarios trabajemos o no. Hemos estado bajo este régimen ilegal durante más de 30 años”.
“Seguimos pagándoles (a los miembros de pandillas) como si fueran empleados o gente corriente, como si vivieran de algo legal. Estamos iguales o peores”, enfatizó.
Zelaya indicó que el sector transporte ha sido el más vulnerable con la extorsión y siempre ha estado de rodillas ante este delito.
“Hay muchos empresarios que se han retirado del negocio por miedo a las extorsiones y a que les pase lo que a mí. Han renunciado a aquello por lo que vivían, a su patrimonio y lo dejaron tirado y ahora viven en la pobreza porque el miedo es mayor”, señaló.
“Me destruyeron la vida y la marcaron, estuve 20 años solo cocinando y haciendo tareas del hogar”, lamentó.
El transportista expresó que nunca les falló con el pago y ese día, solo por tardar un día, le quitaron la vida a su esposa.
“Marleny era mi pareja ideal. Nos casamos en los años 80 y ella me ayudó mucho a generar dinero. Viajé a Estados Unidos tres veces al año. Teníamos dos negocios, un préstamo prendario y un mini supermercado, y ella vendía oro y ropa que traíamos de Panamá y me ayudó mucho para sostener la casa, era una mujer emprendedora”, recordó Zelaya.
José Ángel dijo que su esposa era muy popular y “teníamos una gran cantidad de clientes en los diferentes negocios y nos iba muy bien. Sin ella el crecimiento se detuvo y ya no pude desarrollar los negocios porque ella era la mitad de mi vida y ella se sacrificó para que los negocios crecieran y sin Marleny ya no pude superarlo”.
Recordó que su esposa tenía el presentimiento de que algo le iba a pasar porque lo llamó el día antes del crimen como a la 1:00 de la tarde y me dijo “viejo, tienes dinero para que me des 60 mil lempiras”. y le respondí que sí, se los di y le pregunté qué quería hacer y me dijo que unos amigos se iban a Estados Unidos y que quería ir con ellos y le dije que lo pensara bien. y le sugerí que mejor fuéramos a conseguir una visa porque yo tenía una visa y «la iba a conseguir».
Al hablar con periodistas, recordó que en algunas ocasiones incluso fue obligado por el miembros de pandillas para transportar mercancías ilícitas hacia Choloma, El Progreso y otras colonias de San Pedro Sula.
“El caso es que no es que me preguntaran si quería hacerlo, sino que era un mandato de ellos, no era una cuestión de que yo tuviera que tomar la decisión, no la decisión que ellos habían tomado. Usaron mis vehículos para transportar armas y drogas.
Me mudé en zonas de alto riesgo de la ciudad. En una ocasión transporté 40 fusiles AK-47 desde La Lima a Choloma a las 10:30 de la noche, corriendo el riesgo de que si me pillaba la Policía me metieran preso y no había ningún atenuante que pudiera defenderme porque todo estaba contra mí”, afirmó Zelaya.